La presidenta argentina, Cristina Fernández, asistió ayer acompañada por sus hijos, Máximo y Florencia, y por un pequeño grupo de amigos, a la ceremonia de instalación del féretro con los restos de su marido, el expresidente Néstor Kirchner, en un nuevo mausoleo levantado en el cementerio de Río Gallegos, ciudad natal del político. La ceremonia se desarrolló en la intimidad, por expreso deseo de Cristina Fernández, pero posteriormente las puertas se abrieron para permitir el homenaje público con motivo del primer aniversario de la muerte. Néstor Kirchner falleció en la madrugada del 27 de octubre de 2010, víctima de un infarto, cuando se encontraba en la residencia presidencial de Olivos, en las proximidades de Buenos Aires.
El mausoleo, un edificio de color gris, de 10 metros de altura y unos 16 metros de largo, fue construido en piedra patagónica y cemento por uno de los más antiguos amigos de la familia, el empresario Lázaro Báez, con el que el expresidente solía compartir mates cuando viajaba a su residencia privada en El Calafate. Consta de dos plantas y una cúpula, cerrada por un vitral de dos metros de diámetro, por donde penetra la luz natural. La planta baja, en cuyo centro exacto reposa el féretro, solo será accesible a la familia, mientras que los visitantes subirán, por una escalera de caracol, hasta el segundo piso donde, a través de un vidrio, podrán ver la instalación.
Hasta este momento, los restos de Kirchner reposaban en el pequeño panteón familiar, en el mismo cementerio.Los homenajes a la figura del expresidente no se redujeron a su ciudad natal. En muchas ciudades de Argentina se celebraron actos en su memoria. En Buenos Aires, un grupo de mineros llegados desde Río Turbio realizó en la noche del miércoles al jueves, frente al Congreso, una vigilia en torno a una estatua de Néstor Kirchner, encargada por ellos mismos. Por la mañana, los mineros trasladaron la estatua hasta la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada.




